La pakistaní, Malala Yousafzai, es a sus 15 años una acérrima defensora del derecho a la educación de la mujer en su país. Su activismo estuvo a punto de costarle la vida. Sufrió un atentado y ahora, tras su recuperación, su compromiso es mayor. Su vida y su historia han dado la vuelta al mundo.
Malala ha recibido el Premio Sajarov con el que el Parlamento europeo destaca la lucha por la libertad de conciencia. Y es candidata al Nobel de la paz.
Diario de la discriminación
La historia de Malala comienza en 2009, cuando la niña tenía 12 años y los talibanes paquistaníes controlaban el valle del Swat, en el noreste de Pakistán, e imponían su versión rigorista del Islam. Una de sus medidas fue prohibir que las niñas acudieran a la escuela.El 70% de sus compañeras había dejado de acudir a clase por miedo o por indicación de sus familias, pero Malala acudía de manera casi clandestina, sin uniforme, escondiendo sus libros. Y comenzó a narrar sus experiencias en un blog diario en la página de la BBC en urdu (una de las lenguas que se hablan en Pakistán), bajo el seudonimo Gul Makay.
“En el mundo - escribía la joven - las chicas van a la escuela libremente y no hay miedo, pero en Swat cuando vas a la escuela tienes mucho miedo de los talibanes. Ellos nos matarán. Nos lanzarán ácido a la cara. Pueden hacer cualquier cosa”.
“En mi camino a la escuela he escuchado a un hombre diciendo ‘Te mataré’. Aligeré el paso y un momento después miré si estaba detrás de mí pero para m ialivio estaba hablando por el móvil y debía estar amenazando a otro”, decía en otra entrada, el 3 de enero.
La historia llamó la atención del periodista del New York Times, Adam B. Ellick, que entrevistó a Malala y le puso cara, para el mundo pero también para sus enemigos.
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